No descubro nada nuevo si afirmo que el ser humano es profundamente estúpido, entre otras cosas por su eterna codicia y su exacerbado egoísmo. Resulta que Dios, Alá, Yavhé, Khrisna o quienquiera que esté allá arriba, nos regala un paraíso y nosotros nos empeñamos en reventarlo continuamente, convertirlo en un infierno, amargar la vida a nuestros semejantes, robarles, execrarles y además pensar que hacemos bien porque, ya lo dijo Darwin, estamos convencidos de que esto es una cuestión de supervivencia.
Sin embargo, no nos damos cuenta de que nuestra supervivencia no debería equipararse, por motivos obvios, a la mera selección natural, porque entonces cobramos ventaja, ganamos por goleada y nos cargamos a las ballenas y a todo bicho viviente que se nos ponga por delante, incluidos todos aquellos seres humanos que pasan hambre y necesidades en cualquier parte del mundo.
Esta crisis mundial que estamos viviendo no es la primera ni será la última en la Historia del ser humano. Nuestra Historia es cíclica, porque da la casualidad de que, además de nuestra inagotable avaricia, tenemos la profunda capacidad de no aprender de nuestros errores. Esta crisis no es sólo económica, sino una oscura crisis de valores. La ética y la moral ya no existen. Eso se lo dejamos a los chimpancés. En este mundo que estamos destrozando lo único importante es el dinero. Y no faltan ni oro ni plata, sino las ganas de repartirlos equitativamente.
Por eso los ricos y los poderosos odian profundamente todo lo que huela a comunismo, socialismo o cualquier cosa que se le parezca. Algunos pocos tienen todo. La mayoría no tiene nada. Y esos pocos se recrean en su suerte gastándose sus incontables riquezas en yates, aviones, mansiones, coches, joyas y más poder.
Incluso los hay que no se conforman con todas estas fruslerías. Llega un momento en que les parece poco, porque su codicia no tiene límites. Hablo de gente como Dennis Tito, que ya pasó esa fase de las baratijas y, tras haberse convertido en el primer turista espacial, ahora tiene la firme intención de enviar una nave tripulada a Marte para que vaya y vuelva en 501 días, sin ni siquiera hollar el Planeta Rojo. Espeluznante. Ahora resulta que es más importante gastarse un montón de dinero (nunca sabremos cuánto) en llegar a un sitio del todo inhóspito que invertir en la raza humana.
El único afán de este supermegamillonario es la notoriedad, pasar a la Historia, camuflado por el tamiz del space business, que sin duda late con fuerza detrás de todo este circo marciano. Este ser humano pasará a la Historia… pero no lo hará como un ser humano que ayudó a sus semejantes y acabó con el hambre y las penurias de los más desfavorecidos, sino como el más fiel reflejo de la infinita estupidez humana.
The translation is a little off but I get what you’re saying we are a doomed people. There is so much ugliness in the world. Everywhere.
los valores eticos y humanos ya no existen es algo comun para esas personas ver seres humanos que no tienen ni lo indispensable ya no digo para vivir si no para sobrevivir
ellos talvez nunca lo lo van a saber y lo mas terrible es que no les interesa